

En este libro se habla de una historia de amor entre nosotros y la pequeña pantalla, de cómo crecimos y cómo aquella compañera de nuestra infancia, coleguilla de meriendas, sobremesas familiares y objeto del deseo nocturno, se había convertido en un electrodoméstico más, que mirábamos de reojo y habíamos relegado al ostracismo. De nada sirvieron bailarines que saltaban en calentadores, coches fantásticos, lagartos alienígenas o vigilantas de la playa. La vida nos había llevado por caminos diferentes. Menos mal que, años más tarde, a principios de los noventa, ambos habíamos madurado. Y la tele se llenó de investigadores perdidos en Twin Peaks, agentes del FBI desentramando Expedientes X y amiguitos treintañeros que compartían piso y se pegaban unas risas.
En este libro se habla de una historia de amor entre nosotros y la pequeña pantalla, de cómo crecimos y cómo aquella compañera de nuestra infancia, coleguilla de meriendas, sobremesas familiares y objeto del deseo nocturno, se había convertido en un electrodoméstico más, que mirábamos de reojo y habíamos relegado al ostracismo. De nada sirvieron bailarines que saltaban en calentadores, coches fantásticos, lagartos alienígenas o vigilantas de la playa. La vida nos había llevado por caminos diferentes. Menos mal que, años más tarde, a principios de los noventa, ambos habíamos madurado. Y la tele se llenó de investigadores perdidos en Twin Peaks, agentes del FBI desentramando Expedientes X y amiguitos treintañeros que compartían piso y se pegaban unas risas.
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